Un proyecto de país se construye en base a políticas de Estado que trasciendan gestiones de gobierno y surjan de un amplio consenso. Con ánimo de contribuir en la construcción de una Argentina inclusiva, equitativa y federal; quiero referirme a la necesidad de establecer un plan integral de recuperación y modernización del sistema ferroviario argentino, clave en la integración social, el desarrollo productivo, la seguridad vial y el cuidado del ambiente.
A fines del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo pasado, Argentina ocupó una posición de privilegio a nivel mundial, respecto a la cantidad de líneas férreas y a la calidad de sus ferrocarriles; lamentablemente hoy no podemos decir lo mismo: en 1950 nuestro país contaba con 50.000 kilómetros de líneas férreas, actualmente –activas- sólo 20.000Km.
Los argentinos tenemos muy presente el proceso de deterioro que sufrió el transporte ferroviario de cargas y de pasajeros a lo largo de los años, llevándolo en varios casos a la desaparición total. Las consecuencias fueron múltiples: encarecimiento en los costos de transporte, deterioro de la red de caminos, incremento de los accidentes viales, aumento en el uso de los recursos no renovables y debilitamiento de las economías regionales, entre otras. Un costo mucho más grave aún es el impacto social que provocó este proceso, ya que desaparecieron pueblos enteros, se perdieron miles de puestos de trabajo y se desarticularon núcleos sociales que debían su existencia y sustento al ferrocarril.
La rehabilitación del transporte ferroviario en nuestro país es una asignatura pendiente y un desafío en el que vale la pena embarcarse. Es necesario mirar hacia delante y proponer un programa integral de recuperación de la infraestructura y de los servicios ferroviarios.
Desde el punto de vista económico, está comprobado que el sistema de transporte de cargas por ferrocarril –en distancias superiores a los 300km- es más económico que el automotor. Un tren –con mil toneladas- es capaz de transportar la misma carga que 30 camiones, además el tren consume aproximadamente el 25% de lo que consume un camión; evidentemente hay una optimización de los recursos y una ventaja comparativa desde el punto de vista de los costos logísticos.
El ferrocarril atenúa el impacto ambiental como consecuencia del menor consumo de combustible por tonelada transportada, disminuyendo la emisión de bióxido de carbono y otros gases que producen el efecto invernadero. Esto merece una especial atención si se establecen barreras fitosanitarias que apliquen límites al transporte, en la cantidad de carbono emitido y de agua consumida (huella de carbono y huella hídrica). Asimismo y atentos a los altos índices de accidentes viales, el ferrocarril constituye un gran aporte a la seguridad vial, si tenemos en cuenta que el sistema ferroviario es -en todo el mundo- el más seguro para el transporte de personas y mercaderías.
El transporte ferroviario permite el traslado de grandes volúmenes de cargas y de pasajeros. Esto hace posible establecer tarifas más competitivas, abaratando los costos logísticos. Hoy, debido a la desinversión de años en el rubro, sólo el 9% de la carga total transportada se mueve en ferrocarril dentro de la Argentina; .en comparación con el 45% en la Unión Europea, 35% en Estados Unidos y el 21% en Brasil.
A partir del reconocimiento de estas importantes ventajas del sistema ferroviario y partiendo de la recuperación de las vías férreas existentes en nuestro país -en desuso o en condiciones deficientes- es necesario emprender un plan estratégico integral. El mismo debe contemplar tres corredores bioceánicos de cargas: Norte, Centro y Sur. El corredor Norte, que vincula los puertos del Norte de Chile con Brasil, atravesando Salta, Santiago del Estero, Chaco, el cruce fluvial a Corrientes; Paso de los Libres hacia su destino final. El corredor Central, que comunique Buenos Aires con el Pacifico, pasando por estaciones de transferencia en Junín, Laboulaye, San Luís, Mendoza y a través del cruce de los Andes, a Santiago de Chile y Valparaíso. Por último, el corredor Sur, que une Bahía Blanca con el sur de Chile, pasando por Neuquén y el valle del Río Negro conectando con los puertos del sur chileno.
Asimismo, resulta necesario poner en marcha la reparación de la infraestructura en corredores troncales, comenzando por aquellos que puedan entrar en servicio en forma inmediata; así como establecer paulatinamente –conforme a parámetros de velocidad y seguridad acordes a los tiempos actuales- los servicios de alta prestación (carga y pasajeros) y de mediana velocidad en líneas interurbanas donde el ferrocarril es más competitivo. Por ejemplo, las líneas Córdoba – Rosario; Mendoza – Córdoba; Tucumán – Córdoba; Rosario – Buenos Aires; Buenos Aires - Mar del Plata; Neuquén - Bahía Blanca, entre otras y a partir de estas “ciudades nodos”, irradiar el servicio al resto del país.
Para hacer posible una planificación estratégica con inversión a largo plazo en materia ferroviaria es fundamental que el proyecto sea tratado y aprobado en el Congreso Nacional. Ese proyecto debe contemplar el aumento paulatino de la proporción del transporte de cargas -actualmente inferior al 10 %- a un 30 % en el año 2020.
En el marco de este plan, es imprescindible reactivar la fabricación nacional del material ferroviario, estimulando la inversión privada a partir del compromiso de trabajar en un largo plazo. Además, será fundamental generar y promover empresas estatales, mixtas o privadas especializadas en distintas áreas vinculadas al mantenimiento del sistema ferroviario.
Para superar la falta de capacidad tecnológica instalada, es oportuno fomentar acuerdos con las universidades nacionales destinados a formar y capacitar el recurso humano profesional necesario.
La puesta en marcha y el control de este plan estratégico debe estar en manos de un ente regulador fuerte e independiente que permita controlar la calidad de los servicios, sean públicos, privados o mixtos.
El transporte ferroviario es parte fundamental de los sistemas multimodales de cargas, hoy utilizados con más frecuencia en el mundo entero. En ellos se combinan organizadamente los transportes automotor, ferroviario, fluvial y marítimo; permitiendo el uso eficiente de las distintas alternativas de transporte. Conforme a estos sistemas multimodales, es necesario fijar un modelo que contemple un enfoque logístico integral en beneficio de todos los sectores.
Un proyecto perdurable de desarrollo económico y de integración social en nuestro país, necesita contar con un sistema de transporte moderno, confiable, eficiente y sustentable. No existen razones técnicas, sociales o económicas para postergar el regreso del ferrocarril a la vida cotidiana de los argentinos. Este desafío es posible, imprescindible e impostergable, el compromiso es estar a la altura del mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario